lunes, 31 de diciembre de 2012

En estado de interpretado


Alekséyev- Deja de tomar a Wyoming por un líder de opinión. En ese programa manipulan igual que los otros. Tu problema es que lo has visto tanto  que has interiorizado su discurso. Wyoming piensa ahora por ti.


Juan- Qué dices, hombre. Yo veo muchos medios y capto muchas opiniones. Me quedo con lo que me parece más coherente sin ser el discurso de ninguno en particular. Tampoco el de Wyoming.

 - Querido Juanito. Desde que tu vida se ha estabilizado en estos últimos meses, tu nivel como intelectual, como artista y como genio han decaído bastante. Vale, ahora no tienes tiempo para tratar tus inquietudes ni quebrarte la cabeza; prefieres pasar el tiempo con la chavala, ver películas comerciales y confiar en los medios de comunicación generalistas para estar informado en poco tiempo. Así te has quedado, convertido en un interpretado.

 -¿Interpretado? ¿Acaso es malo vivir como la mayoría solo durante un tiempo extraño en mi vida de bicho raro? ¿Ya soy imbécil por no rebuscar ahora mismo en los rincones de internet en busca de noticias conspiranoicas y películas noruegas?

  -No estoy diciendo que sea malo. Solo protesto porque ya no puedo hablar de grandes temas con mi compañero de trabajo, tan lúcido e independiente antes; tan atiborrado de dudas que daban ganas de abrazarte hasta con cariño. Ahora, de vuelta al niñateo inofensivo, no despiertas admiración ni ganas locas por tomar unas birras contigo. Pero oye, no te preocupes: casi todo el mundo es como tú y seguro que a esos sí les gustarás. Oirán tus opiniones enlatadas sobre asuntos que en realidad no comprendes, y mientras, no te darás ni cuenta de que quizá estás coincidiendo demasiado con gente corriente de tormentos corrientes. Eres un interpretado más: el pastor de turno piensa por ti, crea tu conciencia, tus concepciones y hasta un falso criterio. El pastor, el sistema, inocula en tu mente pensamientos que no te pertenecen, que no son originales. Tu solo tienes que seguir el guion y tu cabeza no sufrirá más espantos ni se preguntará nada peligroso que ponga en peligro tu  ilusión de felicidad. ¡Oye, eso es bueno: felicidades!

martes, 30 de octubre de 2012

La Tragedia de Salia


Salia era princesa de Salamina, maldita desde su nacimiento por capricho de los dioses. Cada vez que sentía que iba a acontecer  un momento grandioso para su vida, su hermoso cuerpo se llenaba de duro pelo y no podía articular una sola palabra. De esta forma, cada vez que preveía un hecho favorable, debía marcharse y dejar que esa dicha se escapase entre sollozos.

Un día descubrió que si el acontecimiento grandioso ocurría de pura sorpresa, los dioses no se daban cuenta o,  quizá, le permitían misericordiosos disfrutar de un excepcional momento de felicidad. Sin embargo, esta revelación le llevó a vivir de una forma alocada e irreflexiva, a fin de toparse con más gratas sorpresas antes de que su mente divagara. Así, Salia estuvo a punto de morir tras varias agresiones, ya que el mundo de los mortales no estaba hecho para que alguien como ella viviese de la temeridad.

Tuvo que mal envejecer la princesa Salia, incapaz de encontrar esposo y rey, resignándose a ver marchar grandes momentos que nunca sucedieron, recordando en la imaginación lo que pudo haber sido y muriendo despacio por lo que nunca ocurrirá.

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lunes, 8 de octubre de 2012

Dejarse enterrar



Otra pesadilla.

Cada persona habita un enorme reloj de arena. Vivimos en la estancia de abajo y no podemos ver  qué va a caer de arriba hasta el momento que golpea nuestras cabezas. Lo que más baja era una arena grisácea y casi trasparente, no muy suave y pegajosa. Pero a veces caen objetos curiosos. Cristales rotos, bolas de hierro, pinchos, basura… En algunas ocasiones, descendían despacio pétalos de diferentes flores, suaves plumas de aves preciosas, velitas perfumadas e incluso objetos personales de mujer.

Desde mi habitáculo veo algunos desgraciados con su reloj lleno de basura afilada, peste y malos recuerdos. Sin embargo,  son trastos voluminosos que se pueden  amontonar a un lado y disfrutar  así de cierto espacio libre para respirar. Otros, los más afortunados, se tumban sobre un lecho de buena suerte, de perfume de ambrosía y tactos de algodón. Todo lo demás, lo negro y lo gris, quedaba cubierto de esa capa de delicia y color.

En mi reloj de arena,  es arena lo que abunda. Lo normal, lo corriente. Arena grisácea y casi trasparente que inunda unas tres cuartas de altura, el récor de mi vecindario. Hay mucha mierda enterrada, también algunos tesoros, flores -ya marchitas-  y recuerdos hermosos. Pero entre tanta piedrecilla estéril, encuentro difícil rescatar algo. Me da la sensación de que cae más arena cuanta más hay, que es un material casi magnético, que se atrae de forma natural. Bueno, no sé, esto solo es un sueño. Lo único que tengo claro es que mi habitación de cristal se infla de anti-aire y yo, por momentos, dispongo de menos espacio, de menos libertad.

Qué agobio. Estoy medio enterrado y la arena pesa más de lo que creía. No puedo moverme, ni tampoco bailar. ¿Qué es esto? Un pañuelo de un tejido suave y trasparente cubre por un momento mi rostro. Qué bien huele. Estoy tan absorto con este perfume de olor sagrado, que no siento angustia ni dolor. Me pincho con algo, pero no lo he notado hasta ahora, que la seda se ha desprendido y el gris se la ha tragado.

Otra pesadilla. Aunque esta es de las piadosas. A ver si por la mañana me acuerdo de empezar a limpiarme la arena.

domingo, 9 de septiembre de 2012

Mejorar





Mejorar. Eso está al alcance de cualquiera. La clave está en hacerlo a tiempo. Esa es la diferencia entre valer o no valer.

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Pero no sabemos cuánto tiempo tenemos para mejorar, ni tampoco si la suerte estará de nuestro lado. Así que no pierdas la esperanza aún. Aguanta un poco. ¡Inútil!





domingo, 19 de agosto de 2012

McChylle


McChylle fue en vida un niño curioso y risueño, pero a la vez alejado de los otros niños y de los verdaderos misterios del mundo.  Tras un tragicómico accidente, se convirtió en un ectoplasma curioso y risueño, al que le designaron un castillo unas millas más al sur. Allí vivía con otros fantasmas y con algunos vivos excéntricos que apenas se inmutaban ante las ocasionales manifestaciones del más allá.

A diferencia del mundo de los vivos, donde el cuerpo humano crece por su cuenta y es la mente la que tiene que desarrollarse por su bien a marchas forzadas, en esta otra dimensión es la personalidad la que cambia por su propio ímpetu, mientras el cuerpo espectral se ve trasformado a posteriori. Llegará un momento, cuando el fantasma sepa lo suficiente y tenga forma de anciano, que podrá desaparecer en un resplandor azulado. Nada más se sabe de ellos.

Sobre el aspecto, McChylle pensaba al principio que tendría aspecto de joven preadolescente, ya que fue en esa época cuando murió. Pero los otros fantasmas le decían, ya que no se podían mirar en los espejos, que tenía el aspecto de un niño más pequeño. “Quizás eras un niñito mimado e inmaduro”, le decían. Y tenían razón. Su aspecto era el que le correspondía.

Pasaban los años y McChylle veía cómo todos los espíritus con los que vivían iban envejeciendo o incluso desaparecían en el resplandor azulado. Sin embargo, a él le decían que siempre era pequeño como el niño en que se comportaba. No es que fuera un inmaduro cabezota, que también, sino que mostraba un nulo interés por asuntos como visitar a los vivos, meterse en asuntos complejos o desarrollar sus poderes telequinésicos. Tenía costumbres infantiles, intereses poco ambiciosos y el objetivo de no perder bajo ningún concepto la inocencia, pese al trascurso del tiempo y de los problemas inevitables. Para él, la inocencia era una lente limpia y verdadera por la que ver el mundo. La forma más honorable de pasar por la vida y por la muerte.

Mucho infravalorado tiempo tuvo que esfumarse para McChylle se hartara de su espectral cuerpo de niño y, por ende, de su toda su persona. Se fue cansando del limitado mundo infantil y quiso interesarse por temas más adultos, sin éxito. Que ya no quisiera ser un crío no lo convertía en un adulto. Tras nuevos esfuerzos, su forma no cambiaba ni ápice. Bueno sí: ahora parecía un niño triste. Al parecer, debía darse cuenta él mismo de lo que necesitaba para avanzar, ya que los absurdos consejos de los demás fantasmas no surtían efecto.

Trascurrieron unos días de reflexión y desconcierto, hasta que el joven espectro tropezó con una mujer desnuda en los baños. Era una estúpida habitante del castillo por la que McChylle no había sentido el menor interés. Hasta ahora.

Aunque la mujer tenía un cuerpo fofo y descolgado, su rostro sí era bello y la frente, lo que más llamó la atención al poltergeist, no tenía ni la menor imperfección. Era una frente tan lisa y geométrica, que McChylle no pudo evitar tocarla. Sin embargo, quedó muy insatisfecho, más que nada por la tontería de habitar un cuerpo vaporoso y volátil sin sentido del tacto. Necesitaba palpar ese trocito de piel. Dejar una efímera marca de presencia que corrompiera esa carne de seda ordenada, al menos, durante una fracción de infravalorado tiempo.

Entonces le estalló en la mente la idea de dejar una huella no tan efímera mediante una acción indirecta. Con sus escasos poderes telequinéticos, movió el único objeto que podía: una resbaladiza pastilla de jabón. La desplazó lo justo para que la mujer la pisara y callera fuera de la bañera, golpeando su frente con la pila de mármol. Una brecha destruyó la perfección y comenzó a rezumar una sangre veloz que se mezclaba en su rostro con el sudor y el miedo.

McChylle no cabía en sí de gozo. La posible lástima que podía sentir por la mujer se vio eclipsada por la satisfacción de haber podido intervenir en el mundo de los vivos y de utilizar su poder para satisfacer sus nuevos intereses. Le pareció divertido. Tanto, que prosiguió la escabechina lanzando, contra ese cuerpo desnudo y temblón, todo tipo de frascos, ungüentos, polvos, cuchillas… Hasta que uno de los gritos de la mujer lo sacó de repente de su estado de sadismo. Al final paró, pero se marchó satisfecho.

-¡McChylle, has crecido!- gritó un espectro con el que se cruzó.

- Lo sé.

El aun joven fantasma avanzó a saltos por el gran pasillo del castillo, iluminado levemente por candelabros incandescentes. Por un lado, avanzaba nervioso por la emoción de su descubrimiento. Por otro, se sentía tranquilo por haber zanjado al fin tan enrevesado entuerto. Comenzaba a urdir nuevos planes de diversión cuando un lamento de su pasado lo frenó de repente en el largo pasaje.

“¿Será este el único camino posible para crecer? ¿No habrá otra salida, alejada de la crueldad?”

McChylle miró a su derecha donde había colocado, entre tantos cuadros de supuestos ilustres, un lustroso espejo de marfil. Miró a través de él y como siempre, no vio nada.

“Por fin encuentro un camino. No voy a darle más vueltas: avanzaré por estos instintos”. Y reanudó la marcha por el gran pasillo, aliviado, entre tenues luces y supuestos ilustres.

lunes, 30 de julio de 2012

Paja para las gallinas



Alekséyev- … The Crimson Petal and the White, es una miniserie de pocos capítulos pero también está la mar de bien.

Juan -¿Y no me puedes recomendar una serie española?

-Mmm… no. El 97,5 por ciento de las series españolas son malísimas. Los capítulos son larguísimos, se mete relleno por todos lados y lo peor: los actores son la pena. No sé si has intentado ver, por ejemplo, la serie esa de Luna, el misterio de Calenda. Es una puta basura. Lo peor sin duda son los actores. Son los típicos, los de siempre, los de la ceja o los de las estirpes de enchufados. No hay ni uno que se salve: Belen Rueda, la que hace de su hija, Fran Perea, Olivia Molina… La fea esa es nieta de Antonio Molina y tiene a toda su familia enganchada por ahí. Como actriz es pésima, como todos los demás.
-España funciona así, nepotismo a cascoporro. Pero digo yo que si son tan malos, ¿no deberían provocar que no tuviera mucha audiencia?

-No, aquí en España no. Estos actores son… estúpidos, tontos, ignorantes. Tanto, que se creen que hacen un buen trabajo, porque no tienen capacidad crítica para darse cuenta de lo contrario. Y los españoles que los ven, también. ¿Qué tipo de audiencia tiene esa serie? Mediocres que no saben valorar que están delante de bazofia pestilente. Los medios dirán que son buenos actores y ellos se lo creerán. Por eso, cualquier cantamañanas puede triunfar  aquí sin ningún esfuerzo ni talento. 

-Bueno, tú tienes tu éxito en el teatro y haces una obra bien hecha para un público no comercial. 

-Sí, y ese público es tan maravilloso como escaso. Si yo quisiera triunfar y ganar dinero, tendría que lanzarme a algo sencillo y entretenido, que lo pudieran entender los mediocres y los críticos mediocres de los periódicos mediocres. Además, tendría que hacerme amiguito de unos cuantos y lamer bastantes culos, aparte de hacer gala de alguna ideología política fraudulenta.

-Bueno mira, hasta donde yo sé, Stanley Kubrick pudo hacer obras maestras sin tener que rebajarse ni al público ni a la industria.

-Pero Kubrick tuvo una circunstancia determinante para que pudiera desarrollar y plasmar toda su genialidad: no ser español.

viernes, 1 de junio de 2012

Engáñate, Amor


Juan- Lo perverso es que no se da cuenta de la verdad porque mi máscara es perfecta. Se cree que la quiero. Será que aprendo a ser un buen actor gracias a ti. La verdad es que no te puedo explicar por qué no puedo trascender del mero cariño pero la verdad, aunque duela, es que no la quiero. Ahora mismo, mi definición para el amor consiste en querer asegurarse el polvo pero enmascarándolo de una sensación mística y maravillosa. Y como se supone que es algo irracional, lo puedo gestionar como quiera e inventarme una mentira creativa.

Alekséyev- Vaya, y tú que parecías buena persona.

 -Lo soy, sabes que lo soy. Pero joé, necesito algún acto de egoísmo de vez en cuando. Es mi vida y me tengo que preocupar yo mismo por ser feliz porque nadie más lo va a hacer. Y si tengo que putear a alguien por el camino pues, mala suerte. Así devuelvo al universo un poco del karma negativo que me ha llegado durante toda mi vida. A mí me gustaría amarla de verdad pero no puedo, lo siento. Así que, o soy un psicópata y no soy capaz de sentir nada o el amor no existe.

 -Que va, a mí me consta que sí existe. Yo apuntaría más bien a que eres un psicópata. Pero bueno, la otra posibilidad es que eso que llamamos amor lo siente el que quiere sentirlo.

 -El que quiere convencerse, ¿no? El que quiere engañarse a sí mismo o quizá, el que ya vive engañado. Nada nada, el amor es un eufemismo de “quiero follar más sin tener problemas con el qué dirán”. Bueno, no es solo sexo, también otras cosas: tener alguien con quien salir y viajar, que te inviten a comer, ayuda para todo incluyendo marrones gordos, no sufrir la soledad…

-Menos mal que tú eres un superhombre y no te hace falta nada de eso. Total, ni que fueran necesidades básicas, ¿verdad?

 -Pero sí yo soy el primero que disfruta con las ventajas que te da una parejilla, se vive muy bien. Tanto, que me pregunto si hay muchas personas, especialmente hombres, que piensen como yo. Me da la sensación de que si todos los que dicen estar enamorados estuviesen en realidad fingiendo, nadie lo sabría. Al Instituto Nacional de Estadística no le llegarían esos datos, las películas de Hollywood se escribirían como si el amor existiese, la planificación de nuestra vida se haría en función de encontrar o no a las medias naranjas... Quizá nos sigamos creyendo la mentira del amor porque nos interesa la comodidad que nos ofrece. Que sí, que existirá en algunos casos, pero el 99% de las relaciones de pareja son solo un entretenimiento pasajero, por mucho que a todos les guste engañarse.

viernes, 11 de mayo de 2012

¿Democracia?



Juan- Pues sí. Sé que tiene sus fallos pero creo que es lo más sano para la democracia. Y vale sí, aquí en Andalucía no es tan fiable, pero Izquierda Unida es el partido que hace mejores propuestas en el Congreso y la única opción real para acabar con el bipartidismo. Venga, ahora llévame la contraria, ponte en plan pepero.

Alekséyev- ¿Es que crees que lo opuesto a IU es el PP? Qué ingenuo. La única diferencia considerable, aparte de la diferencia de poder, es que uno hace demagogia de izquierdas y el otro la hace de derechas, pero al fin y al cabo son eminentemente socialdemócratas y están al servicio del Estado y no del pueblo. Por muy republicano que diga tu partido que es, al final resulta que cobra de los fondos estatales, es decir, el dinero que la Monarquía le ofrece. Critica por un lado pero bien que coge el dinerito por el otro.

 -¿Pero qué culpa tiene IU de eso? Se lo han encontrado así. ¿Tan malo es aprovecharse de esa circunstancia? Con ese dinero el partido puede crecer y tener más fuerza para las futuras reformas.

 -Bueno, se lo han encontrado… Carrillo puso el culo durante la Transición para instalar la Monarquía, la versión light del Franquismo, a cambio solo de su legalización. Después se abrazó a Fraga y demás franquistas y quedó complacido por poder participar en el juego político, el de poder cobrar sueldos públicos por calentar un asiento y poder colocar a los amiguetes en alguna de las muchas instituciones públicas inútiles que crearon solo para eso. Ahora dirá que es republicano y todo lo que quiera, pero en el momento en el que lo tuvo que demostrar no lo hizo, y ahora es cómplice de lo que tenemos hoy.

 -Joder, sé que eres fiable, pero me cuesta creer todo eso. De todas formas, lo que se consiguió fue la democracia después de una época de dictadura. Vale, no es desde luego una democracia perfecta, pero mucho mejor de lo que había antes. Mucho mejor.

 -No tan mejor. Antes había un dictador: ahora hay dos. Uno que se va cuando su corrupción se desboca y el otro que espera su turno para poder disfrutar de ese tiempo de corrupción.

 -¡Pero eso es por el bipartidismo! Si hubiese más partidos con verdadera influencia, la democracia sería mucho mejor, sería una forma de Estado apta. Pero como los partidos grandes no mandan nada sino que mandan los mercados, bancos y demás…


 -Veo que has aprendido argumentos del 15-M. A ver, voy a profundizar un poco. Para que haya Democracia es necesaria e inherente la separación de poderes. Durante el Franquismo, había poder legislativo, ejecutivo y judicial, pero Franco los manejaba todos y no había verdadera separación. Pues ahora es Rajoy el que lo maneja todo. El pueblo solo puede votar (de mala manera) al poder legislativo, y esta elige al Ejecutivo, al Presidente. ¿No ves que de este modo, el partido ganador siempre manda en los dos poderes? ¿Qué separación hay ahí? Para colmo, también eligen a los jueces que van a juzgar sus propias leyes. ¿Lo ves ya? Pues eso técnicamente no se puede llamar Democracia: se denomina Partidocracia o Totalitarismo de Partidos. Pero claro, como los medios le siguen llamando Democracia…

sábado, 28 de abril de 2012

La opinión pública contra mí


Esta máscara la creé hace tiempo. Es la de las convenciones sociales, la de lo correcto, la de las costumbres y saberes del comportamiento del vulgo que funcionan si quieres mezclarte y triunfar en el vulgo. Me pregunto si… la necesito. Siempre he intentado despojarme de ella, de todo lo normal, de lo esperado, de lo políticamente correcto en sociedad. Ahora tengo dudas.

   ¿Y si todos mis pesares, todos mis rompecabezas y mis problemas con mí mismo se solucionaran siendo uno más? Otras veces lo he pensado, pero después de tantos tropiezos empiezo a convencerme. Ir a contracorriente, ¡qué valiente! Pecando habitualmente de humildad en casi todo, siempre he presumido de mi oposición a lo normal y a la autorrepresión de la sociedad. Yo, el gran héroe de los frikis e incomprendidos, de los especiales y los perdidos, derrotado. Ahora mismo quiero ser… otro más.

   La batalla era demasiado larga, demasiados enemigos y pocos aliados. Era una carrera en soledad contra el monstruo de la realidad, de la falsa realidad que se hace verdadera. ¿Cómo puedo yo, insignificante, luchar contra todo eso? Quizá sea esta mala racha, o este alcohol contraproducente; solo sé que necesito volar sobre las cabezas de los mediocres. No, más bien de los pringados.

   Quizá esta libertad de la que gozo sea… un error. Si lo pienso, mis ideas de que todos son imbéciles menos yo, de que todos están equivocados menos yo es cuanto menos improbable. ¿Acaso a mí se me ha revelado una verdad absoluta que me hace superior a todos los demás? Es más probable que yo está equivocado. Sí, todos me lo dicen a gritos. Es hora de volver.

viernes, 6 de abril de 2012

Interioridades poco interesantes


El maestro acaba de pintar una cara encantadora en un óvalo de plástico blanco. Es un rostro que expresa seguridad y simpatía, con un toque pícaro y algo distante para hacerse el interesante. En definitiva, una cara amigable que pretende ser atractiva.


Joder, ya hasta la veo en sueños. Intento evitar pensar en ella, sacarla de mi mente mediante otras mujeres y otros entretenimientos. Me intento convencer de lo contrario, pero la verdad es que estoy loco por ella. Qué bueno sería que mis inevitables sentimientos fuesen correspondidos… Pero como no es el caso, debo olvidarla, debo olvidarla… No, no puedo esa barbaridad. No quiero perder la bonita relación que tenemos y aunque sufro, también disfruto de su compañía...


En estas divagaciones seguía el maestro mientras, mecánicamente, pegaba más óvalos de plástico por detrás de la máscara. Eran como rostros en blanco que se escondían detrás de la primera pieza, separados sólo por un grueso pegotón de adhesivo en la frente y la boca de cada nueva cara. Sin darse cuenta, el maestro estaba creando una columna de máscaras que medía ya más de metro y medio. Cuando le fue incómodo poner más, paró y reflexionó sobre el sentido que podía tener  aquella forma alargada.


Pues sí, tiene sentido. Puede simbolizar lo que pretendo ser y lo que oculto. Pero esto es solo mi lado superficial y también el instintivo. Los sentimientos más bajos realmente, sabiendo que hay muchísimo más. Pero no puedo negar que ante todo soy un hombre con sangre en las venas, aunque ella parezca que no lo tiene en cuenta. En fin, a ver cómo puedo seguir vomitando mis gilipolleces en los plásticos estos.


Tras pensar un rato, empezó a despegar cada pieza y a dibujar en todas unos ojos cálidos, muy cálidos. Plasmó en cada rosto oculto una mirada de verdadero interés, de bondad, con el deseo sincero de trasmitir toda la felicidad posible. Esos ojos eran los suyos, con los que miraba a esa gran mujer cuando ella no le veía. Pintó a mano y con esmero todas esos rostros que después quedarían ocultos detrás del primero, la cara encantadora y amigable que no llegaba a ser verdadera.


¿Qué puedo hacer en la última pieza, en el reverso de la máscara? ¿Pinchos? Ganchos y arpones más bien. Puntas de flechas. Ea, pues ya está lista. No sé si me siento mejor después de este esfuerzo por mirarme adentro. Quizá solo sirva para reconocer lo que soy y lo que hay, porque al fin y al cabo, ¿a quién más le importa mis tragedias?. No sé si, en vez de dármelas de artista y plasmar todos mis problemas e inquietudes, debería pasar de puntillas por mi mente para que la mierda fluya y se olvide. 

miércoles, 4 de abril de 2012

La nada de después


Alekséyev - Venga vete, yo recojo. Que te está esperando la chavala.

Juan - No, gracias. Prefiero hacerlo yo. Y no, no es una estrategia de seducción. Es solo que…bah, déjalo.

-¿No decías que estaba a punto de caer? O estas disfrutando de los momentos previos o estás cagado.

-Mira, está a unas palabras de ser mi novia. No rollo ni follamiga: novia. Somos muy amigos y de ahí parece que solo se puede pasar a novios formales. Lo que pasa es que… aunque suene raro, no quiero ser feliz todavía.

-¿En serio? ¿No llevabas tiempo babeando por ella? ¿No estabas harto de la soledad y de hacerte el hundido? ¿Cómo que no quieres ser feliz?

-Pues que si resulta que consigo llegar a ese estado supuesto, después, ¿qué? ¿Qué ambición queda y qué más puedo hacer después para seguir progresando? ¿Quedarme con lo que tengo y disfrutarlo? Quizá sea lo que intente, pero sé que después de un tiempo de embriaguez, todo empezará a bajar: discusiones, compromisos incómodos, humillaciones de calzonazo inevitables… seré cada vez más consciente de la falta de libertad y de lo que me pierdo. Creo que la acabaré conociendo demasiado y me aburrirá. De hecho, antes me atraía mucho más…

-Hombre, eso puede ocurrir pero cuando llevéis mucho más tiempo; la gente normal no se suele hartar tan pronto. Quizá no puedas quererla porque no te quieras a ti mismo demasiado.

-Bueno bueno bueno, ese argumento de magufo psicoguay no funciona conmigo. Yo no le temo a los típicos problemas de pareja. A lo que le tengo verdadero miedo es a encontrar lo que llevaba tanto tiempo deseando  y no tener nada más que buscar.

-No quieres dejar de ser un miserable, ¿verdad? Se está muy a gusto en esa rutina en la que no tienes que rendirle cuentas a nadie, ni siquiera a ti mismo. En ese plan, puedes permitirte el lujo de ser un mierda porque a la única persona a la que vas a defraudar es a ti. Y cómo tú no importas...

-No es tan fácil…

-Mira a la chavala esperando. ¿No ves lo inquieta que está, consciente del momento que cree que va a vivir esta noche? ¡Aprovecha, tonto! Hasta que te aclares, la mejor filosofía de vida temporal que puedes seguir es disfrutar.

sábado, 24 de marzo de 2012

Cara de póker


Esta máscara es fácil de fabricar, aunque aprender a usarla no tanto. De color gris neutro, es una cara con una sonrisa plana, normal, sin transmitir alegría pero tampoco pena. Los grandes jugadores no expresan ni lo bueno ni lo malo y, por tanto, no somos capaces de darnos cuenta si lo está pasando realmente mal, si no puede más con la tensión del momento o si su vida se va al garete.

En el reverso de la pieza, voy a poner elementos decorativos para darle vidilla e intentar expresar qué es lo se oculta tras una perfecta cara de póker. Pintaré primero unos ases pero también algunas cartas malas. También pondré destellos y cruces, fresas y espinas, iluminaciones y sombreados. Porque hay expertos jugadores fuera de la gamuza verde que no dejan ver qué alegrías guardan entre los dientes y qué pesares llevan consigo. Hay grandes conocedores del póker y de la vida que nunca revelan sus cartas ni cuando se retiran de la mano: solo cuando se arriesgan a muerte ante la victoria o la derrota. Sus intentonas quedan ocultas celosamente en un velo de misterio que suele tapar previsibles fracasos. Aunque el jugador se dé cuenta de que la ha cagado al retirarse precipitadamente, tampoco lo notaremos en su expresión.

Ese jugador que tiene por costumbre no revelar nunca sus sentimientos e intenciones y que nunca sabemos qué es lo que quiere, se escuda tras una mueca vacía e infinita, una máscara perfecta que, aunque sea del todo artificial y forzada, podemos llegar a aceptarla como natural y cierta.

¿Qué ocurre cuando el frío jugador de rostro incorruptible está arrastrándose por el barro? Que nadie se dará cuenta. Por eso, y alterando un poco el trabalenguas, el primer desenmascarador que lo desenmascare, su salvador será. 

miércoles, 21 de marzo de 2012

Mantener el interés


Juan -Creo que ya la conozco demasiado y ha perdido el misterio. La posibilidad de que sea una persona acojonante y especial se desvanece…

Alekséyev -Aun así  sigues queriendo tirártela.

-Efectivamente. Estaba yo pensando que si yo me canso de casi todo el mundo, por muy especiales que pudieran parecer en un principio, quizá yo… Quizá yo también le canso a la gente. Me esfuerzo en que eso no ocurra y honestamente, creo que soy una persona interesante. Pero como parece que aquí no hay nadie especial o que somos todos especiales y por tanto, no hay nadie especial, es probable que más de uno y de una se haya hartado de mí. Explicaría algún comportamiento que aun hoy me extraña.

-Hombre, haciendo una estadística rápida sobre toda la gente que he conocido, en cuanto a interés estás por encima de la media. No hay que preocuparse por eso, hombre. Hartarse es algo natural.

-Claro, a ti no te preocupa porque siempre eres una caja de sorpresas. Alekséyev es un personaje glorioso, nunca me canso de él porque siempre actúa como habría que actuar pero de una forma imaginativa y valiente. A veces noto que, ante una situación imprevista o polémica, un destello de incertidumbre se te pasa por los ojos hasta que piensas: ¿qué haría Alekséyev? Sin embargo, yo no tengo un personaje tan definido ni tan interiorizado. Yo soy yo, opaco a veces, transparente casi siempre (para mi desgracia), siempre acabo actuando con una lógica predecible. A mí esa lógica, esa manera mía de actuar, me cansa. ¿No va a cansar a los demás?

-Gracias por lo de glorioso. Tío, tú eres una persona curiosa, con inquietudes, que siempre comenta qué libro o película te acabas de terminar. Vas evolucionando y aprendiendo, y eso te mantiene el interés siempre que no te estanques. Pero como ya te he dicho, hartarse de alguien es algo natural, que sucede y ya está, no hay que darle más vueltas. Quizá hasta sea algo bueno: así no nos enganchamos a cualquier persona que aparece en nuestra vida. 

domingo, 11 de marzo de 2012

*Bonus: Minisagas IV






XVI.

Harto de hacer zapping, pulsó al azar un botón del mando a distancia. Tras ver cinco segundos de un programa, sacó la recortada y le metió un tiro al televisor. No debió hacerlo: del aparato emanó un potente chorro de mierda que lo sepultó en el salón al estilo Pompeya.


XVII.

Descubrió un volcán submarino y entró sin pensárselo. El ambiente no le gustó: hacía demasiado calor, la lava resecaba sus escamas y no se entendía con los otros peces que vivían allí. Incómodo, vio que no pertenecía a aquel lugar, pero estaba siempre tan desorientado que nunca encontraba la salida.



XVIII.

Ya casi la tenía: estaba a punto de componer una canción espiritual, una de esas que parece que no cuentan nada pero que trasmiten una curiosa sensación. Esta acabó siendo perfecta y una  vez la interpretó acabada, comenzó a llorar y no pudo parar nunca.  No logró cantársela a nadie.




XIX.

¿Acaso no eres consciente, amiga mía, de cuanta felicidad me proporcionaría una noche, una sola noche, en la que me dijeras que sí? No te costaría nada, lo pasarías genial y yo sonreiría más, a ti y a todo el mundo. Si de verdad me quieres, ya sabes: ¡ropa fuera!




XX.

Hasta los animales más imponentes de la sabana huían despavoridos ante la soberbia del Jeep atronador. Salvo uno: un elefante joven se plantó desafiante y obligó al coche a frenar en seco. Espontáneamente, los  animales que escapaban se abalanzaron furiosos. Ahora,  esos furtivos forman parte del ciclo de la Naturaleza.

sábado, 10 de marzo de 2012

Mala suerte, ya ves


Generalmente, las personas suelen tener una suerte equilibrada: a veces va bien la cosa, otras no. A él siempre le iba todo mal. Los supersticiosos dirían que tenía un mal de ojo o un cenizo encima, pero no: lo suyo era simplemente estadística desfavorable persistente. También es verdad que era una persona muy despistada, defecto del cual él no tenía porqué  sentirse culpable. Pero otras muchas veces saboreaba el lado oscuro de la probabilidad, tragándose los pedos de la puta esa, Fortuna.
De esta manera, el desdichado fue pasando por la vida como un drama de miniserie. Perdió pronto a sus padres, siempre con poco dinero, fracasos continuos en los negocios, roturas tontas de huesos, atracos y puñaladas, meteoritos que caen demasiado cerca, tías buenorras que resultaban ser trípodes, perros que se le meaban encima, palomas que se le cagaban encima, borrachas que le vomitaban encima, llaves que se le caían por las alcantarillas, pedos que sonaban y olían bastante más de lo calculado, eructos mientras le grababa la televisión, vacaciones con Costa Cruceros, multas por pasarse del tiempo en zona azul, ladillas, tener de primer apellido Salido y de segundo Del Pozo…

Sin embargo, tras varios traumas y lamentaciones, empezó a  tomárselo con humor. Que las desgracias le destrozaran la existencia una y otra vez sin que ocurriera nada bueno era… ¿cómico? Él empezó a convencerse de que sí. Contaba sus tristes hazañas y sus anécdotas a lo Gila mientras a su alrededor todos acababan riéndose de sus desgracias. Era un resultado buscado, ya que ante tanta cantidad de infortunios, el orgullo, la imagen de interesante o el prestigio perdían toda la importancia.

Su filosofía, viendo que la ola de mierda lo pillaba sistemáticamente con la boca abierta, era llevar a la máxima expresión aquello de reírse de sí mismo. Pensaba que sentirse mal no era productivo y ya que muchos de sus problemas no se podían solucionar, ¿no sería mejor encontrar la fórmula mental para que tanto infortunio no efecte directamente en la cordura y en la personalidad? ¿Acaso se está obligado a sentir un duelo por cada palo que da la vida sabiendo que vendrán muchos más y posiblemente, en poco tiempo? El desafortunado personaje decidió tomar el camino de la tragicomedia, del humor negro abismal.

Aquel que se reía de del santo Job estuvo un tiempo viviendo en la calle y su hija adoptada se casó con un pijo del Opus después de una dilatada vida de meretriz asequible. Pero hasta el último suspiro, mientras cerraba para siempre su único ojo (el otro lo perdió al rompérsele una cuerda de guitarra), no dejó de reír. Incluso se le quedó grabada una sonrisa tras expirar que, tras varias horas y una sesión de maquillaje por becarias del tanatorio, quedó ciertamente siniestra.

Unos decían que había logrado una paz espiritual fuera de lo común (el Nirvana llagaban a decir), otros decían que tanta mala suerte había acabado con su cordura y solo pudo soportar su existencia mediante una sutil locura. Pirado o no, lo llevaba con humor. Y seamos sinceros: ¡qué envidia!

miércoles, 7 de marzo de 2012

El Horror


Adela- ¿Se puede pasar al cuarto de baño?

Juan- Todavía está mojado pero vamos, pasa. Cuidado no te resbales. Oye, sí que estáis tardando hoy con la clase de interpretación, ¿no?

 -Bastante.  Alekséyev está un poco cabreado con nosotros porque no nos sale bien la escena. Es un profesor muy exigente y el papel no es nada fácil: se supone que unos guerrilleros de no sé qué país africano se cargan a machetazos a un pobre hombre que pasaba por allí. Nosotros tenemos que interpretar al periodista testigo de todo. Por lo visto es un hecho real grabado por cámaras y todo. Si quieres puedes entrar en la clase, que el profe va a interpretar la escena él mismo.


Un joven de camisa blanca empieza a ennegrecer su humilde vestimenta con manchas de su propia sangre. Otros jóvenes no tan humildes lo persiguen desde el final de una calle desolada. Tienen armas de fuego, pero se divierten más con los machetes. Sus golpes no son nada cinematográficos: no hay salpicaduras violentas de sangre y el sonido sordo de los tajos son tapados por el griterío continuo de aquella escombrera gigante. Mientras, las costillas cuelgan entre los músculos al ritmo de una huida imposible.

La camisa toma el color del abismo mientras la negra piel brilla al sol con más vida de la que contiene. Ellos se marchan tristes mientras una masacre se contiene en una sola persona. No están muy satisfechos porque sus primitivos instintos, muy sobreestimulados desde que empezó todo (desde siempre) no han sido acallados con suficiente espectacularidad o riesgo. Pero como mero entretenimiento no está mal.

Al final de la calle, donde estaría la meta, un coche graba la escena con un zoom maravilloso y con un eficaz micrófono direccional. Mientras, un periodista deja por fin de pensar en qué titular le pondría a aquella escena: Choque violento entre la materia del universo concentrado en un espacio corrupto de entropía visceral. Pero el periodista empieza a sentir cosas. Tras unos instantes de transformación mental, se acerca al casi cadáver que, aunque está casi inerte, se le oye temblar incluso con los oídos tapados. El blanco sostiene la cabeza del enrojecido y tras varios segundos de demoledor contacto visual, la víctima del mundo expira.

Quieto como un cristo de sepultura, apura el trascendental momento antes de que los hijos de la gran puta vuelvan para seguir divirtiéndose con la muerte. El periodista vuele al coche/cascarón de huevo no muy rápido y se sienta como un gigante sobre una ciudad. Atascado por una realidad inconcebible, comienza a narrar lo que ha visto, pero lo hace sin ojos, ni oído, ni olfato. Él ahora es solo relato:

    “Acabo de ver, en esos ojos, nada menos que el Horror. No es como en las películas de Hollywood. No. Es… ¡Había tanta oscuridad en sus ojos! Decía con ellos que conocía La Verdad, que en ese preciso instante acababa de darse cuenta de Todo. Y Todo era nada. Sabía, con toda la certeza que nadie vivo puede imaginar, que iba a morir en ese momento de dolor inaguantable y soledad cruel. No había ni un ápice de esperanza en esos ojos. Todo estaba perdido. Todo. El saber de tu final trágico, sin un deux machina que te salve, sin un desmayo y un despertar en el hospital. El Horror es que fulminen en tus carnes toda la esperanza, todos los sueños, toda la incertidumbre que tapa la oscuridad venidera. Nada queda de la realidad que percibimos. Todo es dolor, solo dolor: dolor infinito. Y cuando eres consciente de que es infinito, la cabeza se marchita en un suspiro y te vuelves loco de repente. El ser más atormentado del mundo.”

domingo, 26 de febrero de 2012

Y no pasa


Pelo grasiento y barba de un mes, un individuo cuasinerte clavado horas y horas bajo las palmeras de plástico, con un mar fijado en los ojos y arena sobre piel blancucha. Espera, desde la orilla asolada por las rocas, a que la sirena (una cualquiera) aparezca como una chica Bond en la playa y le atraviese con todos esos besos que se ha estado perdiendo durante estos días y siglos de paciencia infinita.

    Sabe que no pasará. O más bien, no imagina, no llega a concebir que por fin su fantasía, sencilla para muchos otros mortales, se llegue a manifestar en sus carnes, castigadas ahora por el salitre y la roña de la tierra. Sin embargo, espera. No hace otra cosa.

    Durante mucho tiempo se convenció de que no existían las sirenas, que a esas solo se las tiraban los tritones y los chulopesados de discoteca. Pero tras muchos testimonios de seres normales decidió esperar como una estatua en la playa más cercana, una pedregosa sin turistas que no arruinara el dichoso momento si se llegara a producir. Hasta hoy, el sol ha secado su piel y sus labios y la arena se ha colado en todos sus poros; la sal también lo mantiene fijado en la postura de la esfinge muda, esperando que una sirena (la que sea) rompa el opresor maleficio.
    Aparte del  vaivén de las olas, la erosión del viento, el fraguar del sol y la picadura de algún que otro bicho taladrante, allí no pasa nada más. Nada. Nada…

lunes, 20 de febrero de 2012

Vergüenzas escondidas en una habitación


Maestro- Bueno señores, hora de cerrar y de ir a la fiestas del extravagante Fali Brown. ¿Habéis traído algo para la subasta benéfica?

Juan- No comprendo el fin de tener que llevar objetos de los que nos avergoncemos y además, sacados de nuestro cuarto. Yo tengo mis dudas sobre si quiero desprenderme de estos objetos, aunque supongo que la causa lo vale…

Maestro- Claro que sí, que lo vale. Aunque ya sabes cómo es Fali Brown: seguramente lo haga por otras razones más profundas, como para conocer mejor a sus invitados o tener un regalo para nosotros dentro de unos años. En fin, os voy a enseñar que traigo.

>>El primer objeto es mi reloj despertador. Ahí te pudras, artefacto de Satanás. Antes tenía otro son más solera con el que empecé a escuchar la radio de verdad y a ilusionarme por la cultura. Tenía una lucecita cuando encendías la radio con temporizador que era muy cálida e iluminaba suavemente las penumbras de aquellas noches. Sin embargo, este de aquí tiene los números verdes y brillan mucho, demasiado. Da tanta luz que no puedo dormir. En serio, no puedo.

>> El segundo es una aun servible memoria ROM portátil de 320 gigas. He dejado ahí las cuatro cosillas que tenía: música que ya no escucho, peliculillas comerciales, carnaval y fotos. Las fotos son lo que me avergüenza realmente de este cacharro. Son de algún viaje que no salió como esperaba, de alguna salida con antiguos amigos que ya no conservo o de oportunidades perdidas o degustadas muy a medias. Ya sabéis, el pasado que te persigue. Además, el disco duro este está chafado porque lo usaba para otras cosas relacionadas con perder el tiempo, aunque siguiendo las instrucciones que he adjuntado se puede usar sin demasiados problemas.

Juan- Pues mi primer objeto es un balón de futbol del Betis con las firmas impresas de los jugadores de hace tiempo. Lo tenía de exposición, aunque sin las firmas tampoco hubiera jugado mucho con él, me temo. No me gustaba el fútbol y lo de seguir al Betis era más bien para encontrar algo de identidad. Ahora en parte me avergüenzo por necesitarlo en aquel momento y considerarlo un objeto valioso. Ya está deshinchado.

>>El otro objeto es mi Caja Gamberra. Pertenece a cuando me daba cuenta de que la niñez se iba a pasar inevitablemente sin que hubiese trasteado mucho por ahí. Si llego a ser consciente de que podía potenciar la picardía y gamberrear sin recibir un castigo verdaderamente importante… Pero no, yo siempre era asquerosamente bueno. Esta cajita era donde reservaba cosillas para gamberrear que nunca usé, como una cajita de bombas fétidas entera, petarditos de niño chico (que  a mí me parecían la leche ya con pelillos en los huevos), bolitas, cordel, una moneda de cinco duros…

Alekséyev- Yo también he traído una pequeña perla que tenía olvidada en un cajón. La he traído porque el mismo Fali Brown prometió pujar alto por lo que yo llevara, pero no me hace especial gracia esto de desvelar presuntas vergüenzas.

>>Lo que traigo es una canica. Sí, solo eso. Aunque mirad qué diseño: tiene el lacito interior completamente negro. Se llama Canelita y me la dio una buena amiga hace muchísimos años. Una amiga a la que quise con toda la sinceridad e inocencia que conservaba en aquellos años pero que hoy no sé donde cojones está. La podría localizar pero, ¿para qué? Sería como conocer a otra persona totalmente distinta con una excusa muy alejada en el tiempo, muy borrosa. Esta canica, Canelita, me recuerda a esas personas que han pasado por mi vida dejando huella pero que por la razón que sea, ya no están ahí. Demasiadas caras encerradas en una bolita es una cualidad que solo yo soy capaz de ver y que nadie sabrá darle valor en la puja. No tiene sentido hacer esta subasta de baratijas vergonzantes: aunque hablemos de ellos y desvelemos sus secretos, el valor de los recuerdos será siempre intransferible.

viernes, 3 de febrero de 2012

Que se vayan


Me quejo de que no soy capaz de crear nada y de que no tengo ahora nada de inspiración… capullo. Los médicos dicen que estoy casi bien, tengo encargos y trabajo para más de un mes, dinero de sobra y para colmo, me he echado una novia maravillosa que encima tiene tetas. Sin embargo, mis trabajos artísticos no van nada bien. He tenido tanto tiempo para desahogarme tallando pajas mentales que, ahora que me va todo bien, no soy capaz de crear nada. Este detalle debería ser para mí una chorrada, una de esas cosas poco importantes de la vida por las que no hay que preocuparse mucho pero... No, soy un artista, o al menos pretendo serlo. La felicidad no es nada inspiradora y nadie quiere ver o crear una obra que trate de lo bonita que es la vida.

  Supongo que debería disfrutar de lo que tengo y no preocuparme de momento por la inspiración. Como decía Bécquer en boca de Sabina, “cuando tengo el amor, siento; cuando no lo tengo, escribo”. Estoy muy ocupado frotándome las manos como un niño nervioso y bailoteando por las esquinas ante esta suerte a la que no estoy acostumbrado que me olvido de oír la vocecilla de la inspiración y la que me pide rebelarme o tener más y más de todo lo que pase por mi antojo. Pero también dejo de escuchar esa conciencia malaje que no te deja disfrutar de casi nada y esos recuerdos fallidos que se te vienen a la memoria a raíz de cualquier suceso cotidiano.

  Quizá la felicidad es dejar de oír voces en la cabeza, tanto las buenas como las malas. Convertirse en otro feliz más, uno de esos encantados de la vida y sin ganas de trasgredir. Insolidaria y añorada individualidad plena. 

sábado, 14 de enero de 2012

Lanzarse a la ducha con la bombona gastada y otros trucos de autocontrol


Alekséyec -Te llevo observando un rato y he visto andas medio cojo, resfriadísimo y con un chichón en la cabeza. ¿Qué te ha pasado, vida mía?

Juan -Pues básicamente que mis trampas contra mí me han hecho esta vez demasiado daño. El despertador me lo alejo de la cama para forzarme a levantarme, porque como lo tenga en la mesita de noche, lo desconecto y a dormir. Pero esta vez me he topado con demasiados obstáculos por medio y me tropezado. El chichón me ha salido buscando la Nintendo DS, que me la escondo para que cuando pase el tiempo medio se me olvide dónde la puse y no caiga tan fácilmente en el antojo. Alguna vez he aprobado exámenes por eso. Pero hoy la necesitaba para dejársela a mi prima y con las prisas, zasca. Yo es que escondo todo muy bien.

 -¿Con que poniéndote límites para no poder hacer el vago, no? Eso a veces es peligroso, como acabas de demostrar. Es más efectiva la fuerza de voluntad.

 -Ya, pero yo de eso no tengo. ¿Y sabes de dónde viene este moqueo tan malaje? Pues que como paso demasiado tiempo en la ducha disfrutando del agua calentita, para ahorrar agua, gas y tiempo apuro la bombona todo lo que pueda. Cuando hay poco gas, tardo mucho menos en salir, llegando a extremos de higiene supersónica inimaginables. Pues esta mañana el agua caliente ha durado diez segundos y por no cambiarla he cogido mucho frío.

 -Qué paquete. ¿Te enseñarán estas experiencias a no autoputearte y a no caer tan fácilmente en las tentaciones de la carne flácida?

 -Lo dudo. Estos trucos salvo días de bajío como hoy me funcionan normalmente. Que sí, que me molestan y me ponen a veces de mal humor, pero para ser disciplinado y cumplir una mínima organización tengo que recurrir a este tipo de mierdas. Si tienes una mente algo retorcida, puedes vivir correctamente aunque seas un débil de espíritu.