Alekséyev- Deja de tomar a Wyoming por un líder de opinión. En
ese programa manipulan igual que los otros. Tu problema es que lo has visto tanto que has interiorizado su discurso. Wyoming piensa ahora por ti.
Juan- Qué dices,
hombre. Yo veo muchos medios y capto muchas opiniones. Me quedo con lo que me
parece más coherente sin ser el discurso de ninguno en particular. Tampoco el
de Wyoming.
- Querido Juanito. Desde
que tu vida se ha estabilizado en estos últimos meses, tu nivel como
intelectual, como artista y como genio han decaído bastante. Vale, ahora no
tienes tiempo para tratar tus inquietudes ni quebrarte la cabeza; prefieres
pasar el tiempo con la chavala, ver películas comerciales y confiar en los
medios de comunicación generalistas para estar informado en poco tiempo. Así te
has quedado, convertido en un interpretado.
-¿Interpretado? ¿Acaso
es malo vivir como la mayoría solo durante un tiempo extraño en mi vida de
bicho raro? ¿Ya soy imbécil por no rebuscar ahora mismo en los rincones de
internet en busca de noticias conspiranoicas y películas noruegas?
-No estoy diciendo que sea malo. Solo protesto
porque ya no puedo hablar de grandes temas con mi compañero de trabajo, tan
lúcido e independiente antes; tan atiborrado de dudas que daban ganas de
abrazarte hasta con cariño. Ahora, de vuelta al niñateo inofensivo, no
despiertas admiración ni ganas locas por tomar unas birras contigo. Pero oye,
no te preocupes: casi todo el mundo es como tú y seguro que a esos sí les
gustarás. Oirán tus opiniones enlatadas sobre asuntos que en realidad no
comprendes, y mientras, no te darás ni cuenta de que quizá estás coincidiendo
demasiado con gente corriente de tormentos corrientes. Eres un interpretado
más: el pastor de turno piensa por ti, crea tu conciencia, tus concepciones y
hasta un falso criterio. El pastor, el sistema, inocula en tu mente
pensamientos que no te pertenecen, que no son originales. Tu solo tienes que
seguir el guion y tu cabeza no sufrirá más espantos ni se preguntará nada
peligroso que ponga en peligro tu ilusión de felicidad. ¡Oye, eso es bueno:
felicidades!