sábado, 31 de diciembre de 2011

Cambiar


Maestro- Aquí tiene su pedido. Espero que lo disfruten y feliz año nuevo.

-¡Igualmente!
-¡Igualmente!
-¡Igualmente!
-¡Igualmente!

Juan- Feliz año. En fin… No sé si te has fijado, jefe, pero cuando felicitas las fiestas en voz alta, se alzan muchas voces para devolverte la felicitación, aunque antes no te hayan dirigido ni una sola palabra.
Maestro- A lo mejor la gente está ávida de muestras de humanidad y por eso aprovechan cualquier oportunidad para no ser estatuas de hielo como casi todo el tiempo.

-Pero si la gente (y puede que me incluya) espera al mínimo momento para dejar de ser unos muermos  distantes, es decir, si están expectantes para dejar de ser lo que son y convertirse por un momento en lo que quieren ser, ¿por qué conformarse con solo esos instantes de humanidad navideña? ¿Por qué no cambiar? ¿Por qué no somos como deseamos ser?

-Pufff, acabas de dar con la pregunta clave. Pregúntale a Alekséyev, que dice que lo hace. Invéntate un superpersonaje y créetelo. Como si fuera la mejor mentira de la que tienes que estar convencido, Cuando por fin el personaje se haya adueñado de tu mente (mucho más que Bela Lugosi creyéndose Drácula), serás la persona que deseas.

-No sé si Alekséyec  se lo tiene realmente creído. Y tampoco sé si ese es el camino. Eso sería crear una personalidad muy artificial, que no tiene nada que ver con los recuerdos, las circunstancias y la educación que nos han forjado de cierta manera y no de otra.

-Bueno, si quieres una excusa naturalista puedes pensar que los recuerdos, las circunstancias y la educación es lo que te ha hecho llegar a la conclusión de que tienes que tomar ese atajo. Olvídate de lo natural o lo artificial: todo se reduce a unos caminos u otros. Lo que no sé es que hay al final de ellos, si la felicidad o la muerte. Tener eso claro puede que sí sea algo que nos haga cambiar. ¿No crees?

miércoles, 28 de diciembre de 2011

Nihilismo


Juan- Me gusta la navidad porque hay excusas para todo, tanto para lo bueno como para lo malo. Pero si eres de los que buscas la mínima oportunidad para compartir un poco de cariño y de humanidad, pues… Yo me he hartado de dar besos y abrazos a los que no se los suelo dar, que con la navidad parece que eso no es tan cursi. Además a la gente le da por hacer más buenas acciones que de costumbre. Que sí, que es una pena que tenga que ser navidad para que la gente sea un poco menos imbécil, pero al menos te permite conservar un poquito de esperanza. Y supongo que ahora me llevarás la contraria porque sí.

Alekséyev- Por supuesto. A ver, si la gente es más buena en navidad es porque la mercadotecnia así lo ha querido. Es una pena que tu fe en la humanidad se sustente en una campaña propagandística de amor con regalos. ¿De qué sirven estas pequeñas treguas si sabes que no podrás confiar en ellos durante el resto de año?

 -No tiene por qué ser solo en navidad. Yo he visto gestos bonitos y altruistas durante todo el año. Que sí, que ante la primera gran putada que veas en los medios o que sufras en tus carnes, deseas echarle la culpa a todos los demás excepto a ti. Pero siempre hay algo a lo que te puedes agarrar.

 -¿Te acuerdas del yonki aquel que vivía en el callejón? Ese hombre, a lo único a lo que se podía agarrar era a su siguiente dosis. Y muchos tuvimos gestos altruistas con él que más tarde agradeció rompiendo un escaparte para entrar a robar. Aquella muerte se la buscó él solito, que aun desangrándose con el cristal, agarró todo el dinero que pudo. Sí, es un caso. Pero todos teníamos fe en la humanidad cuando íbamos a echarle un cable.

 -Bueno, pero es innegable que hay gente que ayuda a los demás a todas horas sin recibir nada a cambio. El egoísmo no es lo único que mueve el mundo.

 -¿Que no? Es lo único. Los que ayudan se sienten gratificados porque es su forma de sentirse bien. Lo hacen por ellos mismos, aunque indirectamente beneficien a otros.

 -Sabes, no sé si estás actuando o si realmente eres un nihilista en potencia.

 -¿Ya sean acabado los argumentos de “hay que creer en la gente, hombre” o “a veces se hacen cosas buenas”?

 -Mira, si no crees en nada, ni siquiera en la Humanidad (que es el último refugio para los más escépticos) no sé qué haces habitando este mundo todavía. Sí, todo es una putada. Una grandísima putada. Pero por muchos palos y desengaños que te lleves; por mucha maldad y mala suerte que haya a tu alrededor o sufras en tus carnes, al final, y por muy triste que seas, seguro que hay por cojones un último rescoldo de fe en el que sostenerte. Y seguro que no hay más porque no has buscado bien.

 -¿Y qué harías tú si matemáticamente hay cero esperanzas?

 -Pues mantenerme vivo a ver si aparecen algún día.

 -¿Y si no aparecen?

 -Siempre nos quedarán las pajas.

miércoles, 21 de diciembre de 2011

El gran incapaz


Era listo, pero también un vago y no tenía la cabeza muy allá. Se distraía continuamente con ideas, algunas originales, otras no eran más que basura improductiva. A veces deformaba recuerdos o se imaginaba unos nuevos, más agradables. El caso es que era adicto a estas distracciones mentales, y unido a su escasa capacidad de voluntad, acababa siendo una mente brillante pero muy desaprovechada, planeando grandes proyectos que nunca lograba llevar a cabo. Él era plenamente consciente de esta idea que le proporcionaba aun más material (y de buena calidad) para seguir socavando su materia gris. Buscaba encontrar en ella el elixir de la vida, pero de momento no lo había logrado, lo que le proveía de todavía más cosas en las que pensar.

Así siguió hasta que, reconociendo su incapacidad final, la nube que taponaba su supuesta inteligencia y su nula flexibilidad mental para cambiar, se volvió loco. Pero no en el sentido poético: loco. Y poco más se supo de él.

sábado, 10 de diciembre de 2011

*Bonus: minisagas (III)

XI.

Del enorme huevo verdoso emergió una mujer lagarto completamente formada. Fue muy afortunada desde el nacimiento: no tenía rabo pero sí unos poderosos cuartos traseros, una suave piel de escamas iridiscentes, útiles garras intimidadoras, visión infrarroja para detectar el calor y saliva venenosa. Evidentemente, le fue bien en la vida.


XII.

Del pequeño huevo rojizo salió el ser que me daría muerte en un futuro, según Oráculo. Es tan pequeñito… pero sé que cuando crezca me matará. ¿Podría cambiar mi futuro con un leve movimiento de cuchillo? ¿Me lo permitiría el Destino? Bah, yo no creo en eso, lo dejaré vivir.


XIII.

Clavé el puñal en mi pecho y me dolió muchísimo. Comprendí que moriría cuando me sacara la trascendente arma, dejando que la sangre brotará desde mis pútridas entrañas. Fue en ese momento crítico cuando me llegó el mensaje de que habíamos ganado el Euromillones. Así que llamé a la ambulancia.


XIV.

Recibió un calambrazo tan radiactivo que obtuvo el superpoder del teletransporte. Pero la diversión sin límites le corrompió y acabó viajando por el mundo para violar mujeres sin castigo. Hasta que recibió una estocada antes de percatarse y de nada le sirvió llegar al instante al mejor hospital del mundo.


XV.

Recibió un beso tan cálido que obtuvo el superpoder de ser persona. Aquella pobre mujer deshizo su coraza de hielo con un sincero gesto de agradecimiento infinito. Desde entonces buscó el cariño en cada esquina, pero como no tenía práctica con la gente, se tuvo que conformar con las putas.

viernes, 9 de diciembre de 2011

Comparaciones


Por muy libre que me crea, por muy independiente que crea ser y estar separado del forraje que compone la sociedad, no puedo evitar aun, a mis años, compararme. Joder, después de una vida luchando por ser yo mismo, por no seguir la corriente, que me dé igual que unos se harten de follar o de cagar dinero y yo no. Pero al final, no puedo evitar evaluar lo que llevo hecho y eso no puedo hacerlo sin mirar a los demás. ¿Cómo si no sabría que estoy llevando una vida plena?

Mi compadre Gustavo, el que se llevaba todas las ostias en el colegio y tenía demasiado pavo, va a tener a su tercer hijo con una mujer increíblemente maravillosa. Mi hermano, medio rico y triunfando en su trabajo. Alekséyev va a estrenar obra como protagonista y mis queridos Tous se van un mes a un templo en el Tíbet. ¿Qué hago yo? Vivir como un artista frustrado, mal amado y ganando lo justo para sobrevivir. Eso sin hablar de mi enfermedad.

Claro que, si me comparo con los pobres somalíes que se mueren de hambre, tampoco me va tan mal. Y si no miro a nadie, mi vida es bastante soportable. Pero no, necesito destacar entre los borregos y los mediocres y para ello tengo que observarlos, conocerlos, averiguar qué necesito para superarlos. ¿Me dará eso la felicidad? Seguro que no, pero no puedo evitarlo: me he cansado de aguantarme las ganas de mirar y de evitar convertirme en una estatua de sal. La curiosidad, o el aborrecer la incertidumbre, me pueden.

Me he vuelto un triste por recaer en el antiguo vicio de no huir de la sociedad.

sábado, 3 de diciembre de 2011

Sagrado de verdad


Imposible: esta obra no la puedo realizar. Tendría que ser un gran genio para poder plasmarlo, aunque pensándolo bien, sería bastante triste que fuera capaz. No, no puedo porque son sublimes los rostros que tengo en mente. No por tener fracciones bien colocadas o sonrisas perfectas: lo sublime es la expresividad sincera de la pasión.

No sé si ellas serán conscientes de cómo cambia su rostro en el preciso momento en el que la punta de su lengua toca a un hombre. O más bien, cuando lo deciden. Durante un tiempo verdaderamente especial, desaparecen las barreras de misterio, la niebla de miedo y preocupaciones, los disfraces de otras intenciones y las máscaras. “Te estoy devorando a mi manera. Estoy gozando y no me importa que lo sepas”. Por eso es un momento de sinceridad absoluto y de verdadera pureza (nada que ver con lo que decían en misa) que yo no puedo recoger en una obra artística. Demasiado sagrado para mí.