Maestro- Bueno señores, hora de cerrar y de ir a la fiestas del extravagante
Fali Brown. ¿Habéis traído algo para la subasta benéfica?
Juan- No comprendo el fin de tener que llevar objetos de los que
nos avergoncemos y además, sacados de nuestro cuarto. Yo tengo mis dudas sobre
si quiero desprenderme de estos objetos, aunque supongo que la causa lo vale…
Maestro- Claro que sí, que lo vale. Aunque ya sabes cómo es Fali
Brown: seguramente lo haga por otras razones más profundas, como para conocer
mejor a sus invitados o tener un regalo para nosotros dentro de unos años. En
fin, os voy a enseñar que traigo.
>>El primer objeto es mi
reloj despertador. Ahí te pudras, artefacto de Satanás. Antes tenía otro son
más solera con el que empecé a escuchar la radio de verdad y a ilusionarme por
la cultura. Tenía una lucecita cuando encendías la radio con temporizador que
era muy cálida e iluminaba suavemente las penumbras de aquellas noches. Sin embargo,
este de aquí tiene los números verdes y brillan mucho, demasiado. Da tanta luz
que no puedo dormir. En serio, no puedo.
>> El segundo es una aun
servible memoria ROM portátil de 320 gigas. He dejado ahí las cuatro cosillas
que tenía: música que ya no escucho, peliculillas comerciales, carnaval y
fotos. Las fotos son lo que me avergüenza realmente de este cacharro. Son de
algún viaje que no salió como esperaba, de alguna salida con antiguos amigos
que ya no conservo o de oportunidades perdidas o degustadas muy a medias. Ya sabéis,
el pasado que te persigue. Además, el disco duro este está chafado porque lo
usaba para otras cosas relacionadas con perder el tiempo, aunque siguiendo las
instrucciones que he adjuntado se puede usar sin demasiados problemas.
Juan- Pues mi primer objeto es un balón de futbol del Betis con las
firmas impresas de los jugadores de hace tiempo. Lo tenía de exposición, aunque
sin las firmas tampoco hubiera jugado mucho con él, me temo. No me gustaba el
fútbol y lo de seguir al Betis era más bien para encontrar algo de identidad.
Ahora en parte me avergüenzo por necesitarlo en aquel momento y considerarlo un
objeto valioso. Ya está deshinchado.
>>El otro objeto es mi Caja
Gamberra. Pertenece a cuando me daba cuenta de que la niñez se iba a pasar
inevitablemente sin que hubiese trasteado mucho por ahí. Si llego a ser
consciente de que podía potenciar la picardía y gamberrear sin recibir un
castigo verdaderamente importante… Pero no, yo siempre era asquerosamente
bueno. Esta cajita era donde reservaba cosillas para gamberrear que nunca usé,
como una cajita de bombas fétidas entera, petarditos de niño chico (que a mí me parecían la leche ya con pelillos en
los huevos), bolitas, cordel, una moneda de cinco duros…
Alekséyev- Yo también he traído
una pequeña perla que tenía olvidada en un cajón. La he traído porque el mismo
Fali Brown prometió pujar alto por lo que yo llevara, pero no me hace especial
gracia esto de desvelar presuntas vergüenzas.
>>Lo que traigo es una
canica. Sí, solo eso. Aunque mirad qué diseño: tiene el lacito interior
completamente negro. Se llama Canelita y me la dio una buena amiga hace
muchísimos años. Una amiga a la que quise con toda la sinceridad e inocencia
que conservaba en aquellos años pero que hoy no sé donde cojones está. La
podría localizar pero, ¿para qué? Sería como conocer a otra persona totalmente
distinta con una excusa muy alejada en el tiempo, muy borrosa. Esta canica,
Canelita, me recuerda a esas personas que han pasado por mi vida dejando huella
pero que por la razón que sea, ya no están ahí. Demasiadas caras encerradas en una
bolita es una cualidad que solo yo soy capaz de ver y que nadie sabrá darle
valor en la puja. No tiene sentido hacer esta subasta de baratijas vergonzantes:
aunque hablemos de ellos y desvelemos sus secretos, el valor de los recuerdos
será siempre intransferible.