lunes, 8 de noviembre de 2010

La batalla contra el mármol virgen

Puaj, valiente puta mierda de máscara que me está saliendo.
No sé si será que me falla la inspiración, que a veces las musas no están y las ideas no vienen. No, no puede ser. No creo en esas chorradas, ni en el mundo de las ideas ni en la sequía creativa. Tiene que ser otra cosa. La inspiración no es algo que está y deja de estar ahí por los buenas. Bueno, sí, pero tendrá su explicación, su matemática. A lo mejor la inspiración es un entramado complejo de circunstancias (una casualidad, vamos) que se dan más frecuentemente en los observadores y en los que tienen una percepción más preparada para verlo. En los artistas como yo, vamos. Mmm no, no es la inspiración lo que falla.
Quizá sea que ahora no tengo la autoestima por las nubes precisamente. A lo mejor esta máscara de mierda, con más dedicación y con el tiempo necesario puede ser una obra de arte. Pero supongo que el arte también tiene esa variable: el cómo te ves. Para hacer una obra nueva, compleja y vital tiene uno que estar de acuerdo consigo mismo. Mmm difícil, pero en ciertos aspectos lo consigo, así que no creo que estar más optimista sea la diferencia entre crear y no crear.
¿Será que no tengo nada que crear? ¿Qué estoy en un estado de mediocre comodidad emn el que no necesito decir nada, gritar nada? En verdad tampoco estoy tan bien: los problemas siguen ahí, sin solución y sin luz al final del túnel. Quizá me haya acostumbrado a ellos. ¡Puajjj, que triste! La realidad me ha acabado superando. Y no con la tristeza de ver tu vida destruida, si no con la indiferencia con la que uno se adapta a vivir en un zulo. Sí, eso es. La puta desgana que tantos disgustos me ha dado y me dará.
¿Qué artista soy ahora, si la vida no me da miedo?