miércoles, 26 de octubre de 2011

Aguantarse


Juan- Tengo que reconocer, maestro, que me impresionan la forma en la que plasmas ideas abstractas en una escultura. Ni el Duchamp ese ni el Picasso. Aunque tu última máscara parece más bien un mueble. ¿Qué quiere decir?

Maestro- ¿Tú qué crees? Es un rostro atrapado en unas celdas y encadenado a un espejo enorme y pesado que se queda colgando. Las celdas, si te fijas, son de colores distintos y tienen dibujos: son las distintas facetas de la personalidad. ¿Ves? Esta celda por ejemplo representa la serenidad y la calma, pero también la pereza y la pasividad ante la vida. Se me ocurrió cuando escuché aquello de: “conócete a ti mismo, es decir, palpa tus barrotes”. Lo de la pesada cadena que sujeta el todavía más pesado espejo es por… ¿se te ocurre algo?

-Supongo que tendrá algo que ver con la identidad. Lo que no entiendo es por qué has puesto el espejo del salón de baile.

-Porque esa persona que ya conoce su personalidad se cree esclavo de ella. Es la idea de que conocerse es como una condena, una pesada losa con la que tienes que cargar. Quizá el portador de la máscara no puede ya sorprenderse a sí mismo o quizá se ha cansado de su típico modo de actuar. En todo caso, se ha dado cuenta de que a veces, o siempre, no se soporta.

-Putada, porque a un repelente le puedes dar de lado y ya está, pero cuando tú eres el mismo del que te quieres alejar… ¿Qué se puede hacer, maestro?

-Doblar los barrotes y echar a volar aun con el espejo colgando. Claro que para eso hay que estar muy fuerte.

viernes, 21 de octubre de 2011

Lo artificial (I)


Juan- Realmente, ¿a ti te influye en algo la noticia de Gadafi o de la Eta? Porque veo a todo el mundo eufórico y feliz por cosas que no van a cambiar su vida ni un ápice.

“Alekséyev”- No, no van a cambiar nuestra vida a no ser que seamos vascos. O quizá sí porque nos hemos salvado de una ola de atentados futura. De todas formas, eso y lo del doble sieso de Santana se pueden catalogar como buenas noticias (aunque les puedas encontrar el lado negativo). Además hay gente a la que sí le afecta de verdad, y si sientes un mínimo de empatía o solidaridad…

-Sí, vamos a ver, yo me alegro y soy consciente de que es algo bueno, pero no doy saltos de alegría porque no va a pasar nada. Nada. La euforia es producto del bombo que dan los medios. Ellos son los responsables de esas sensaciones que tiene ahora todo el mundo y si no les prestaran tanta atención a la noticia no habría tantas muestras de felicidad. Por tanto, esa alegría es artificial, creada para que la gente la consuma.

-¿Pero qué hay de malo en eso? ¿Hay alegría natural y alegría artificial? ¿Se sienten distinto?

-Lo artificial no existe así como así, es una creación con un objetivo. En este caso, es solo el gran revuelo sobre Eta lo que nos da la euforia, por tanto, esa sensación es falsa. Falsa.

-Sinceramente, creo que lo que tienes es envidia por no ser capaz de alegrarte por un hecho histórico como este. Intentas convencerte de que no es para tanto. ¡Cúrate esa apatía, hombre!

viernes, 7 de octubre de 2011

Epicúreo cobarde


A veces mi arte se confunde con la ingeniería. La máscara alegre a lo carnaval de Venecia ya está terminada y el truco de los ojos que se cierran al ponerla en la peana también. Me ha costado encontrar los materiales pero al final he conseguido que esta carita despreocupada descanse sobre unos pinchos metálicos con mala pinta y algo de hierba (gran detalle). Así, las puntas encajan en la hendidura y los ojos se cierran; pero si lo enchufo y le doy al interruptor… ¡Uooo, levita! Esto de los electroimanes parece brujería. Podía haber usado otro sistema más barato para mantenerla en el aire, pero era necesario que se viese cómo escapa de esas púas de realidad.

No sé si la gente captará el mensaje de esta máscara. No es más que alguien que huye del dolor y de la responsabilidad para mantenerse contento y quizá feliz. Quitarse de en medio en vez de encarar los problemas puede ser una forma de solucionarlos, la más cómoda. Y como nos funcione nos vamos a acostumbrar a hacerlo todo así, obviando y resistiendo hasta que la presión desaparezca mágicamente (o gracias a nuestra mala memoria a prueba de rencores). Pero cuando no podamos levitar sobre los pinchos y no haya ninguna posibilidad de escapar, ¿qué hacemos, si no sabemos resolver nuestros problemas de otra forma?

La valentía ya no una cualidad tan útil como cuando vivíamos en cuevas. La tecnología la compensa y nos sigue haciendo útiles a pesar de nuestra extrema y enfermiza prudencia. ¿Para qué encarar un problema si podemos dejar un mensaje privado escrupulosamente pensado y diseñado para quedar bien? Para qué arriesgarse.

¿Es malo ser así? Quizá vivir en una chirigota continua y dedicar tu tiempo exclusivamente a la diversión sea una de las pocas formas de soportar la vida, sobre todo cuando por fin eres consciente de cuan cabrona es. Lo único que sé es que huir te vicia para que sigas corriendo, siempre, incluso cuando quieres dejar de hacerlo.

sábado, 1 de octubre de 2011

Encantadora ignorancia


“Alekséyev” - Ahí hay tomate. Quiero decir: estarás enchochado en secreto pero ella solo te verá como amigo.

Juan- Que va. En otro tiempo no te digo yo que no, cuando me parecía una tía perfecta para mí: graciosa, follable, misteriosa… Pero ha pasado el tiempo, la he conocido mucho más y la verdad es que cada vez me parece menos atractiva. A medida que conoces a una tía el morbo se va. Claro que si un día me dice “Juan, hazme un favorcito sexual”, como soy un caballero…

-Nada, que te has resignado y buscas excusas para convencerte de que no te gusta.

-Quizá, pero creo que es peor lo de perder el misterio, sobre todo desde que se echó novio. ¿Ves? Con lo poco interesantes que suelen ser las tías, ponle un novio y entérate de cómo es su vida y estará condenada a que yo solo la vea como amiga. Ella se lo pierde.

-No es verdad. Espera a que ella te diga “Juanito, hazme ese favorcito”. O espera a que esté soltera y vulnerable. Eso de “te quiero solo como amiga” no funciona en los tíos. Si acaso, solo temporalmente.

-Pues yo a mis amigas no las puedo ver como un “me la tiro y ya está”. Si tras conocerlas de verdad las dejo de ver interesantes, ya solo están para hablar y esas cosas: ya no las veo como mujer y se convierten en amigas sin lujuria, igual que ellas nos ven a nosotros.

-En serio tío, ¿por qué intentas engañarte a ti mismo?

-Pues para ver si me lo creo.