Maestro-
Aquí tiene su pedido. Espero que lo disfruten y feliz año nuevo.
-¡Igualmente!
-¡Igualmente!
-¡Igualmente!
-¡Igualmente!
Juan-
Feliz año. En fin… No sé si te has fijado, jefe, pero cuando felicitas las
fiestas en voz alta, se alzan muchas voces para devolverte la felicitación,
aunque antes no te hayan dirigido ni una sola palabra.
Maestro-
A lo mejor la gente está ávida de muestras de humanidad y por eso aprovechan
cualquier oportunidad para no ser estatuas de hielo como casi todo el tiempo.
-Pero si la gente (y puede que me incluya) espera al mínimo
momento para dejar de ser unos muermos
distantes, es decir, si están expectantes para dejar de ser lo que son y
convertirse por un momento en lo que quieren ser, ¿por qué conformarse con solo
esos instantes de humanidad navideña? ¿Por qué no cambiar? ¿Por qué no somos
como deseamos ser?
-Pufff, acabas de dar con la pregunta clave. Pregúntale a Alekséyev, que dice que lo hace.
Invéntate un superpersonaje y créetelo. Como si fuera la mejor mentira de la
que tienes que estar convencido, Cuando por fin el personaje se haya adueñado
de tu mente (mucho más que Bela Lugosi creyéndose Drácula), serás la persona
que deseas.
-No sé si Alekséyec se lo tiene realmente creído. Y tampoco sé si
ese es el camino. Eso sería crear una personalidad muy artificial, que no tiene
nada que ver con los recuerdos, las circunstancias y la educación que nos han
forjado de cierta manera y no de otra.
-Bueno, si quieres una excusa naturalista puedes pensar que los
recuerdos, las circunstancias y la educación es lo que te ha hecho llegar a la
conclusión de que tienes que tomar ese atajo. Olvídate de lo natural o lo artificial:
todo se reduce a unos caminos u otros. Lo que no sé es que hay al final de
ellos, si la felicidad o la muerte. Tener eso claro puede que sí sea algo que
nos haga cambiar. ¿No crees?
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