miércoles, 21 de diciembre de 2011

El gran incapaz


Era listo, pero también un vago y no tenía la cabeza muy allá. Se distraía continuamente con ideas, algunas originales, otras no eran más que basura improductiva. A veces deformaba recuerdos o se imaginaba unos nuevos, más agradables. El caso es que era adicto a estas distracciones mentales, y unido a su escasa capacidad de voluntad, acababa siendo una mente brillante pero muy desaprovechada, planeando grandes proyectos que nunca lograba llevar a cabo. Él era plenamente consciente de esta idea que le proporcionaba aun más material (y de buena calidad) para seguir socavando su materia gris. Buscaba encontrar en ella el elixir de la vida, pero de momento no lo había logrado, lo que le proveía de todavía más cosas en las que pensar.

Así siguió hasta que, reconociendo su incapacidad final, la nube que taponaba su supuesta inteligencia y su nula flexibilidad mental para cambiar, se volvió loco. Pero no en el sentido poético: loco. Y poco más se supo de él.

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