sábado, 3 de diciembre de 2011

Sagrado de verdad


Imposible: esta obra no la puedo realizar. Tendría que ser un gran genio para poder plasmarlo, aunque pensándolo bien, sería bastante triste que fuera capaz. No, no puedo porque son sublimes los rostros que tengo en mente. No por tener fracciones bien colocadas o sonrisas perfectas: lo sublime es la expresividad sincera de la pasión.

No sé si ellas serán conscientes de cómo cambia su rostro en el preciso momento en el que la punta de su lengua toca a un hombre. O más bien, cuando lo deciden. Durante un tiempo verdaderamente especial, desaparecen las barreras de misterio, la niebla de miedo y preocupaciones, los disfraces de otras intenciones y las máscaras. “Te estoy devorando a mi manera. Estoy gozando y no me importa que lo sepas”. Por eso es un momento de sinceridad absoluto y de verdadera pureza (nada que ver con lo que decían en misa) que yo no puedo recoger en una obra artística. Demasiado sagrado para mí.

No hay comentarios:

Publicar un comentario