domingo, 27 de noviembre de 2011

La Belleza


Juan- Es que al dueño le gusta tener siempre una cestita con almendras por aquí cerca. Las coge de su propio almendro.

Hombre del bombín- ¿Me puedo llevar una? Quizá la plante. ¿Sabes que pienso yo de los almendros? Son unos árboles normales durante medio año y durante el otro medio están pelados. Pero llega un momento en el que son una de las cosas más hermosas que se pueden contemplar por estos lares. Su belleza es una epifanía que puede llegar a abrumar, no solo por la perfección de la estampa, sino también por su fragilidad efímera; porque de repente eres consciente del instante en el que estás viviendo. Te saca de la Gran Hipnosis y te recuerda que… Bueno, quizá estoy divagando demasiado.

-No, por favor, continúe.

-Yo por suerte ya soy capaz de ver la Belleza en cualquier esquina, pero creo recordar que fue un árbol parecido el que me hizo ser una persona capaz de apreciarla. De hecho, fue una mujer bajo un melocotonero. Tengo viva aquella imagen: cambié solo por haber tenido la gran suerte de contemplar un espectáculo así. Si no, quizá hubiese sido un tipo normal. La gran virtud de la Belleza es te recuerda que estás vivo, ni más ni menos.

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