sábado, 12 de noviembre de 2011

A molestar


Alekséyev- Que poca sangre hijo.

Juan- Es que noté que podía estar molestando

-¿Y tú no notas cuando te molestan a ti? ¿No te parece que normalmente es soportable e incluso razonable por parte de la otra persona? No estamos hablando de dar por culo porque sí, sino de buscar ayuda o entretenimiento. Necesidad, vamos.

-Sí, si yo sé que no hago nada malo y que no me van a dejar de hablar pero, si puedo evitarles esa incomodidad, intento sobrevivir sin recurrir a nadie. Así aprendo a cuidarme solo de paso.

-Mira, hasta yo necesito a veces pedir ayuda. ¡Hasta yo! Te conozco y sé que cuando necesitas algo planteas tu problema para que a mí me salga de dentro ayudarte sin que tú hayas pedido nada. Mira, te voy a dar un dato de psicología casera: cuando le pides algo a alguien a quien no sueles recurrir, el cambio en su rutina suele compensar o incluso superar la posible molestia. Hala, ya no tienes excusas.

-Bueno, ya sabes que soy enfermizamente no-egoísta. Pero sí, tienes razón, soy tonto por no querer sacar a la gente de lo suyo (será que creo que el momento de estar “a lo suyo” es sagrado). Pero tonto. ¡Nada, a dar por culo a tó quisqui! Si es que, por muy crecido que se crea uno, siempre hay algo de lo que espabilarse.

-Buena frase. Sí, tío, piérdele el miedo a hacer ruido. Anda que como tengas que trabajar un día de vendedor o de periodista…

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