martes, 30 de octubre de 2012

La Tragedia de Salia


Salia era princesa de Salamina, maldita desde su nacimiento por capricho de los dioses. Cada vez que sentía que iba a acontecer  un momento grandioso para su vida, su hermoso cuerpo se llenaba de duro pelo y no podía articular una sola palabra. De esta forma, cada vez que preveía un hecho favorable, debía marcharse y dejar que esa dicha se escapase entre sollozos.

Un día descubrió que si el acontecimiento grandioso ocurría de pura sorpresa, los dioses no se daban cuenta o,  quizá, le permitían misericordiosos disfrutar de un excepcional momento de felicidad. Sin embargo, esta revelación le llevó a vivir de una forma alocada e irreflexiva, a fin de toparse con más gratas sorpresas antes de que su mente divagara. Así, Salia estuvo a punto de morir tras varias agresiones, ya que el mundo de los mortales no estaba hecho para que alguien como ella viviese de la temeridad.

Tuvo que mal envejecer la princesa Salia, incapaz de encontrar esposo y rey, resignándose a ver marchar grandes momentos que nunca sucedieron, recordando en la imaginación lo que pudo haber sido y muriendo despacio por lo que nunca ocurrirá.

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