domingo, 11 de marzo de 2012

*Bonus: Minisagas IV






XVI.

Harto de hacer zapping, pulsó al azar un botón del mando a distancia. Tras ver cinco segundos de un programa, sacó la recortada y le metió un tiro al televisor. No debió hacerlo: del aparato emanó un potente chorro de mierda que lo sepultó en el salón al estilo Pompeya.


XVII.

Descubrió un volcán submarino y entró sin pensárselo. El ambiente no le gustó: hacía demasiado calor, la lava resecaba sus escamas y no se entendía con los otros peces que vivían allí. Incómodo, vio que no pertenecía a aquel lugar, pero estaba siempre tan desorientado que nunca encontraba la salida.



XVIII.

Ya casi la tenía: estaba a punto de componer una canción espiritual, una de esas que parece que no cuentan nada pero que trasmiten una curiosa sensación. Esta acabó siendo perfecta y una  vez la interpretó acabada, comenzó a llorar y no pudo parar nunca.  No logró cantársela a nadie.




XIX.

¿Acaso no eres consciente, amiga mía, de cuanta felicidad me proporcionaría una noche, una sola noche, en la que me dijeras que sí? No te costaría nada, lo pasarías genial y yo sonreiría más, a ti y a todo el mundo. Si de verdad me quieres, ya sabes: ¡ropa fuera!




XX.

Hasta los animales más imponentes de la sabana huían despavoridos ante la soberbia del Jeep atronador. Salvo uno: un elefante joven se plantó desafiante y obligó al coche a frenar en seco. Espontáneamente, los  animales que escapaban se abalanzaron furiosos. Ahora,  esos furtivos forman parte del ciclo de la Naturaleza.

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