domingo, 19 de septiembre de 2010

La verdad sobre las malas rachas

“Alekséyev”- Maestro, ¿está usted bien? Está gritando más de lo normal.
Maestro – Es que esto ya es el colmo, joé, con la semanita que llevo: mi madre se cae por las escaleras, ¿te acuerdas de las dos mujeres de las que te hablé? Pues las dos me han mandado al carajo. Una más que otra…Ayer me atracaron en Plaza de Armas y me quitaron el único billete de 200 euros que he sobado en toda mi vida. Esta mañana, por una tontería, me he peleado con mi hermana y no veas cómo hemos acabado… ¡y para colmo se me acaba de romper el destornillador bueno! Puta vida.
-Bueno, mire. Como tengo ahora un rato libre voy a pasarme por el Rogelio y compro uno. Y por lo demás no se preocupe tanto hombre, que su madre sólo se ha partido un brazo y una pierna, pudiéndose haber quedado en el sitio. Por las zorras esas no se preocupe que el mundo está lleno de ellas. Y si le da palo conocerlas yo le presento a unas amigas mías que ya no me hacen ná. Tampoco sufra mucho por el billetazo, que echando un poco más te tiempo aquí se consiguen más. Y por su hermana…déjela, que es imbécil.
-La verdad es que me inquieta un poco que sepas eso último, pero bueno, quitando que una de ellas no es una zorra, en lo demás tienes toda la razón. Gracias, Maestro. Este viernes pago yo una ronda extra.

Qué tonto soy. Me ahogo en un papel de fumar, como decía el sabio aquel. Tenía mala pinta todo, de eso no hay duda. Todo tan resumido en tan poco tiempo que desde mi pellejo no lo puedo ver con claridad. Menos mal que tengo siempre a alguien que mira desde fuera lo que yo no soy capaz de ver desde dentro. Qué fácil es así la vida, coño. Me acuerdo cuando no tenía a nadie y todo estaba lleno de mierda. Parecía que olía y todo, pero no era más que una ilusión, una estrechez de mente.
Si es que, la solución para todo es tener gente cerca.

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