martes, 24 de agosto de 2010

¿Máscaras?

Este es mi negocio. Parece poco rentable y desagradecido pero me di cuenta hace tiempo que para ser alguien antes hay parecer. Es así de cruel, pero es así; o al menos hasta que me caiga del burro. A una mujer sabia le oí decir que todos tenemos varias máscaras que vamos poniéndonos según la situación. No sé si es una verdad, pero el caso es que no conozco a nadie 0% teatral. Ni aquellos que van de brutalmente sinceros son capaces de no actuar. Pero no es algo necesariamente malo. De hecho pobre de aquel que no tenga claro su personaje, que no se maquille la máscara en el espejo. ¿Actuar igual según tus propios criterios en vez de seguir católicamente las convenciones sociales? Eso no llega a nada bueno, te lo digo yo. Es el motivo por el que hago esto.
Os presentaré mi lugar de trabajo. Yo lo llamo el taller pero es mucho más que eso (aparte de mi casa). Como de la venta de máscaras se puede uno morir de hambre y de sed, he aprendido de esa carnicería que vende aceitunas y verdura congelada. He puesto, entre otras cosas una sección de disfraces, ya que hay quien le gusta enmascarar también el cuerpo. Lo mismo hay disfraces de demonio que trajes de chaqueta y corbata. No me gustan demasiado pero es lo que más se vende. Parece que todo nuestro ser y la historia de nuestra vida se reduce a la imagen de cuerpo que aspira a ser bello o normal. Es una pena, aunque tampoco hay que renunciar del todo a nuestro lado animal, digo yo…También me enorgullezco de contar en mi establecimiento con una pequeña escuela de interpretación, aunque la gente no entienda bien porqué la puse. Está a cargo de un genio sevillano que dice llamarse Alexeye o algo así. Sabe mucho, el gachón, sobre todo porque parece que no tiene una opinión fija que va cambiando según la postura del contrario. Suele tener unas charlas bastante curiosas con el dependiente, mi querido Juan, un personajillo curioso abrumado por su mente y el mundo: una ricura. Ya los iréis conociendo si pasáis más por aquí. No descarto ampliar la tienda y meter a alguien más. Un toque femenino podría venir bien.
Para ser sincero tengo algún dinero ahorrado y puedo permitirme fracasar con este negocio. Lo hago fundamentalmente ir aprendiendo a crear mis máscaras y aprender de la experiencia. También, por qué no decirlo, para disfrutar de buena compañía y por otra razón más.
Gracias por su visita, vuelva pronto.

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