martes, 24 de agosto de 2010

La máscara de la alegría

Qué difícil es tallar esta. Como cualquier obra de arte, receta o canción, hay que contagiar. Visualizaré un buen recuerdo: aquellos viernes de cine comercial. Bien, va saliendo la sonrisa. Hasta último momento dudaba del material. Siempre se han hecho de corcho de alcornoque y todavía no se por qué, si hay materiales mucho mejores a mi entender. El caso es que soy un romántico y lo he acabado usando. Le he frotado el rostro con “Pellejo de Baco” (la famosa marca del papel de lija) pero lo he dejado rugoso por dentro para no gastar más el corcho, ya que es un material muy endeble y necesita mucho grosor. Los ojos son complicados, y eso que yo sólo tengo que hacer el hueco. Es aquí, en la mirada, donde más dibujos y esculturas se echan a perder, donde hay que derrochar genio. Que dos orificios sean exactamente iguales y que acaben transmitiendo requiere mucho tiento, paciencia y un poco de tristeza después como efecto secundario (quizá es algo que solo me pasa a mí. Cosas de creadores). Colores alegres y una lagrimilla de quita y pon (que es lo primero que se pierde). Por culpa del corcho sigue quedando muy poco consistente, así que le voy a poner por dentro unos refuerzos de metal. Molestan, porque están bastante fríos pero al rato ya no se notan.
Cuando está terminada, me gusta recrearme con la máscara como si fuera la calavera de Yorick. Me siento como lo debería hacer un fabricante de revólveres con conciencia: esto solo puede usarse para un mal fin. La diferencia es que aquí el daño se lo hace uno mismo, pero doler duele tanto como un balazo. ¿Cuántas veces hemos llevado una máscara como esta entre lágrimas secas? Ojalá el comprador sepa finalmente romperla en mil pedazos, aunque años más tarde los intente recomponer como pueda. Con lo fácil que parece confesarse y quedarse tan a gusto por el simple hecho de no tener que disimular. Claro que, ¿quién tiene ganas de oír a un triste? ¿Es mejor tener un intento de sonrisa que una cara larga pero sincera? Yo siempre ha tenido la racional idea de de mantener una mueca parecida hasta que un alguien se dé cuenta de tu sana falsedad. Pero si ese alguien simplemente no es una persona avispada, o finges muy bien o no existe tu alguien (causa importante), el dolor se prolonga mucho, muchísimo…Creo que si ese es el caso se podría probar a tirar pa´lante aceptando que llevas puesta esa máscara y que no sabes cuándo podrás quitártela. Al fin y al cabo es otra de tantas que utilizamos en nuestra vida. Y quien sabe, quizá algún día caiga sola por su propio peso. Claro que, el corcho de alcornoque es tan ligero...

No hay comentarios:

Publicar un comentario