viernes, 6 de mayo de 2011

"El niño"


Voy a probar algo, un nuevo filón. Unas tablillas de madera en plan folleto, con una ilustración o un relieve. Aquí escribiré una historia original (o rara), a ver que me sale.


Él no era él mismo, sino lo que en otro tiempo fue: un niño. Crecía, pero se esforzaba en que su espíritu no lo notara; cambiaba, aunque desde fuera seguía pareciendo el mismo de siempre. Siempre tardío, era el último en pasar de nivel, en experimentar los placeres adultos. Se encariñaba de sus manías y malas costumbres y cumplía multitud de tradiciones personales, a pesar de que algunas dejaban de tener, a los años, sentido alguno. Aunque fuese así de conservador, era un explorador nato. Curioseaba hasta la impertinencia, siempre ávido de nuevos datos sobre el mundo que calentaran su cabeza. Preguntando, siempre preguntando.

No tenía enemigos, pero tampoco conseguía intimar lo suficiente con nadie. Su personalidad le aislaba de las pasiones mundanas de los demás y sus predecibles vidas. Algunos valoraban su forma de ver el mundo y resultaba agradable su compañía, pero al final, si no compartían alguna afición, no se podía mantener una conversación con él.

Tardó mucho tiempo en encontrar a una mujer que cuadrase en su vida. Era parecida a él: infantil, sencilla, cobarde… Celebraban un amor sincero de cuento de Disney, de los de sana envidia, ya que la inocencia que se esforzaban en mantener se lo permitía. Pero ella, a diferencia de él no era libre, no sentía esa gran curiosidad por la vida, por la cultura, por la gente, y no podía evitar sentirse cohibida por un mundo en el que apenas habitaba.

Él, fue hallado muerto en un parquin en una zona no demasiado peligrosa. Lo mató la maldad, eso de lo que tanto se había alejado y tanto se había esforzado en no conocer. Fue un golpe de confusión cruel y extrema que se podía haber evitado con algo más de mala leche, con experiencia. Vivía sin miedo y su final, dicen, se podía haber evitado.

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