sábado, 14 de mayo de 2011

Cronos


Juan-¿Te acuerdas de mi vecino de enfrente, el hombre del chándal que miraba las obras y los gimnasios? Hoy me han dicho que solo le quedan días de vida. No es que tuviera una especial relación con él pero… me hace pensar. ¿Qué es mejor, vivir teniendo siempre en cuenta que nos vamos a morir y que puede ser cualquier día de estos, o por el contrario, olvidarnos un poco de la muerte y vivir sin esa angustia?

"Alekséyev"-¿Tú qué crees?

-No lo sé. Creo que habría que hacer lo primero. Carpe diem extremo. Pero salvo para tomar alguna decisión, el resto del tiempo vivo tranquilo. Aunque a veces me sofoco de repente si pierdo el tiempo o dejo escapar alguna oportunidad.

-Según se puede observar en la gente, las personas sencillas de vidas sencillas no suelen tenerle mucho miedo a la muerte. Llevan una vida práctica y bastante satisfactoria. Sin embargo, la gente compleja, esa que se deprime fácilmente y que se empeña en estar siempre buscando la felicidad, suele estar acojonada por el futuro. “¿Tiene sentido esto que hago sabiendo que moriré?”. Pero bueno, hay de todo.

-Pues yo soy una persona compleja y no le doy demasiadas vueltas al asunto.

-Eso es porque te crees más raro de lo que eres. Que sí, que sí, un simploncete. De todas formas, aquí estás, preguntándote por cómo hay que encajar nuestro final durante nuestro recorrido.

-Bueno, y tú, ¿cómo lo llevas?

-Mmm sabes que no me gusta contar cosas de mí, pero voy a hacer una excepción. Yo me asomé una vez a la muerte. Vi el famoso túnel con la luz al final. Sentía una paz que… no era nada terrenal. Nunca he sentido nada parecido en este mundo. Me molesta quedarme sin tiempo para mis cosas, pero miedo a la muerte no le tengo porque sé (o creo saber, y eso me basta) que no es tan terrible. Punto. Si al final resulta que sólo hay vacio después, nos despediremos con una sensación tan supraorgásmica tal, que no me importará. Y si me importase, ¿cambiaría algo?

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