viernes, 28 de enero de 2011

La gracia del Coyote


Juan – Es que verás, lo quiero una jartá y me alegro mucho por él pero…no del todo. Cada vez lo voy consiguiendo un poco más pero todavía no me acabo de alegrar sinceramente por los triunfos de los demás. Aunque sea mi hermano o mi mejor amigo. Sinceramente y sin engañarme a mí mismo, no puedo.
"Alekséyev" – ¿Envidia?
-Puede ser…Fite, que sentimiento tan bajo tengo, con lo listo que me creo a veces. Es que…no es una simple envidia. Creo que más bien es recordar nuevamente aún no he hecho nada de eso, que aún no he triunfado de esa manera. Que fracaso. Sí, creo que eso se aproxima más a lo que siento. El recuerdo del fracaso. Es tan desagradable tener eso en la mente que te olvidas alegarte por los demás.
-¿Y qué es el fracaso?
-Ostias, ¿ya estás en plan Sócrates? Pues fracasar es perder. Perder una batalla que tú mismo has empezado contra tus propias limitaciones. Por eso es tan terrible, porque no compites contra nadie que puede ser mejor o peor, si no contra ti mismo. Y lo que acabas demostrando es que aún no sabes los que quieres en la vida y que no tienes ni una mínima idea sobre de qué va esto. ¿Te vale la definición?
-Eres demasiado catastrofista. Yo no soy el mejor para hablar demasiado de fracasos porque apenas tengo peeero, hay que tomarse el fracaso con más naturalidad, casi como algo cotidiano; también necesario para progresar. Claro que hay que hacer lo máximo posible para no perder pero, cuando lo hagas, no te creas que eres lo peor ni tires la autoestima por la borda. Además, todo el mundo fracasa muchísimo, así que no te sientas especial y desgraciado porque solo eres uno más. Y por último ya, decir que gracias a nuestra cultura heredada, somos capaces de saborear una buena sensación cuando fracasamos. Es como el acogedor calor de tu casa. Pero eso puede ser fatal por que nos podemos acabar acostumbrando a perder solo para sentir esa sensación a la que ya estamos acostumbrados. Solo tienes que mirar a tu alrededor o leer los blogs de la gente. El fracaso crea adicción.

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