jueves, 1 de septiembre de 2011

La justicia como cicatrizante barato


Juan - Es la típica historia de siempre. El malvado triunfador que siempre gana y el buenazo tonto que se come un mojón. Que injusto. ¡Qué injusto!

“Alekséyev”- ¿Injusto? ¿Qué pasa, que si actúas de forma antinatural y tal como la cultura religiosa manda (es decir, siendo bueno) ya tienes garantía de que todo te va a salir tal como desees?

-Supongo que no. Sabes, a veces me gustaría ser más creyente. No quiero resignarme a pensar que todo esto no es más que átomos y frío. Que la justicia no existe y que los valores que he recibido y mi forma de ser no valen nada. Nada. Me gustaría pensar que ella recapacitará y verá que yo lo merezco más que él, y que a él le darán por culo y le caerá un piano encima (para ser justos). Pero no, no hay ninguna ley universal que obligue a que eso ocurra. No hay nada. Y la verdad, me gustaría ignorar esa desolación.

-Es tentador creer que, aunque sea después de morir, los malos recibirán su justo castigo y los buenos tendrán su premio. Sí, te puede hacer la existencia más soportable. Tienes que elegir entre dos opciones: Dios o la Verdad. Una reconforta; la otra duele. La primera es falsa; la segunda intenta ser verdadera pero no llega a serlo, por lo que también es falsa pero no tanto.

-Si lo planteas así, la primera opción parece la más bonita, pero yo vivo irremediablemente en la segunda. ¿Qué puedo hacer para que todo me vaya mejor?

-Aprender a soportar

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